viernes, 27 de febrero de 2009

Piel

Por Norma Páez

Son las tres de la madrugada, miro a mi lado, Esteban, sigue aquí. Siento su piel rozar con la mía. La sábana que lo cubre delinea su cuerpo. Despierta y me mira,
-¿Estas bien?
-Sí, le contesto mientras sigo observando su cuerpo torneado.
-¿Qué sueñas?, le pregunto.
-A ti, desnuda.
Le sonrío. Regresa a su sueño, queda boca arriba, con los brazos extendidos. No resisto y lo descubro de la sábana que cae al suelo. Él también está desnudo. Lo beso en cada parte de su cuerpo, sus brazos, sus manos, su torso, sus pies, todo. Me detengo en su ombligo, pequeño, poco profundo. Lo acarició, él comienza a excitarse, va despertando. Toma mi mano mientras sigo acariciando su ombligo. Por un momento lo dejó tocarme, besa mi piel, nos rozamos. Ambos experimentamos la excitación, la atracción cacofónica.
Su piel morena, suave, tiene un aroma exquisito. Sin tocarlo recorro su cuerpo disfrutando la miel de cada poro. Esteban estira su brazo, intenta tocar mi húmedo clítoris, lo detengo mientras beso su abdomen, quiero sólo tocarlo, concentrarme en el sabor de su piel, mojarlo con mi lengua. Pensamos en la penetración.
El pene erguido como un gran señor orgulloso, frente a mí, me invita a besarlo, lo descubro de la piel suave y delicada, siento el bombeo de la sangre que lo mantiene erecto. Comienza a escurrirse, sus líquidos fluyen, mojan mis labios, mis dedos, mi lengua. Lo saboreo, y regreso a la boca de Esteban, corresponde a mi beso, y me besa. Se reconoce. Me ordena masturbarme, le obedezco, acaricio mis labios vaginales, meto mis dedos, estoy demasiado húmeda, pruebo mis líquidos, él se excita y como animal al acecho me cubre con su cuerpo. No me toques le digo, –quiero seguir saboreándote y saboreándome. Esteban se rebela, saborea la leche que escurre de mis tetas, las mama, las mordisquea, y atraído por mis dedos que acarician mi clítoris, los besa, luego los quita para tomar su lugar y acariciarme con su lengua. Excitado y con una sonrisa, dice –tienes un sabor a durazno.
En los andamios de una vida que se construye un gato equilibrista va maullando, da el sereno del amanecer, y nosotros seguimos amándonos.

npaezgalicia@yahoo.com.mx
Casita Tlalpan, 26-II-2009