martes, 17 de mayo de 2011

Aquí está tu lunar

Por Norma Páez

Hoy tuve un mal día. Desde que llegué a casa no he dejado de fumar hierba, ¡carajo! A esta hora de la noche mi calentura me quema la carne. Masajeo mi pecho, abro mis piernas, ¡con un carajo! No alcanzo el espejo, ¡acércalo, cuánta miel! Nunca me haces caso, si ya sé que no debo decir nunca porque implica que me olvido de las veces que si lo haces. No digas nada, cállate, bueno puedes hablar de tu mujer, cuando cogemos se me antoja y te imagino con ella; ¿ves el líquido caliente que se derrama?, exige tu lengua, ¿dónde carajo estás? Bueno, lo haré sola.
Sorbo esa miel que se escurre entre mis dedos, deja mojo mis labios; mis ojos, ajenos a las imágenes quedan en un vacio interno, toco mis labios, violo mi propia censura, hundo mis dedos una vez más. Justo a tiempo, quédate y hazme un favor, ¿ves el cajón del escritorio? Si, ese, abre el primer cajón, saca lo que sustituye tu vanidad, no me mires así, es mi juguete. Fue un regalo. Sé que te gusta lo rudo, me lo han dicho, ¡voltéate!, con una chingada abre ese culo y deja que me divierta. Cabrón, ¡con quién estuviste?, hueles a puta, ¿por lo menos pagaste un privado? o, ¿le abriste las piernas a tu Cándida? Seguro que le gustó, dile a la Fabiana que no se haga la necia y que se deje tan sólo un poquito, mi cuerpo se quema tanto, quiero sumirme en sus sábanas y frotar mi piel con tus manos. Provócame una sonrisa, espera, antes sácame un gemido chiquito, acaricia tu mala semilla. ¿Sabes?, tengo calor, abre el refrigerador y saca unos hielos, quiero derretirlos con en tu cuerpo. Me consientes, ¡gracias!
Mmm… ¿Y el cabrón de Soto?, qué lo busca la chota, si la chota, la trulla, los azules. Dicen por ahí que se le pasó la mano con “La Maciza de la Junco”, estaban en su casa, ya sabes, los dos muy calientes, ella estrenándose como divorciada y él después de varios días de no verla, mmmm, ni te digo como estaba la Maciza, me consta. Se traían unas ganas que pa’ qué te cuento. No te creas, no le aplaudo su calentura y menos su pasada de lanza. Por cierto de lanzadas, a tu carnal le debo una lana, buena onda, lo me saca de onda, siempre con el mismo libro, viejo y pasado de moda, ¿que no se ha dado cuenta que Carlos Marx murió desde hace un chingo de años? Jajajaa, perdón, está bien, ya no me burlare de tu hermano, por cierto dile que si necesita su lana que pasé por acá, yo lo espero a la hora que le convenga, y… es que no me gusta quedarle a deber a nadie.
Mi padre fue un corrupto y quedó a deber muchas. No quiero ser como él, amé a mi viejo, el cabrón nunca cantó en qué se gastó lo que se robó de las cajas de ahorro del pueblo. ¿Con putas?, ¿cómo crees?, mi padre no era ningún mocho, sino que más bien le gustaban los hombres, mi hermana lo cachó con su compadre muy juntitos, por eso la Susana no lo quiere. Yo digo, tantito, qué es tantito. ¿Es libre no? Si no fuera porque fue un ratero, de esos bien ratas, que de pena me muero. Mi mamá, últimamente si le ha dado vuelo al asunto, se divierte la vieja, la otra vez la vi leyendo y se reía a carcajadas. ¿Qué habrá estado leyendo la canija? Un día llegué a su casa, estaba con unas amigas, les estaba presumiendo sus dildos, me lleve una sorpresa, su colección era más grande que la mía. Qué chido que le busque.
Oye, no te enojes, ¿te digo?, ¡qué guapa está la Flor, y que rica, me comí su miel!, si que deslumbra al vecindario. Al verla, al olerla, me imaginé explorando los causes de su aguas acumuladas, nadando en un lago profundo, incierto. ¡Tengo una idea!, estoy decidida, haré una película pornográfica titulada “Me acabo de masturbar”. Imagina la primera escena:
Aníbal, Erika, Rosenda y yo – yo haré de protagonista y Aníbal será el espléndido anfitrión que se ve en apuros porque llegaron dos más de improvisto– las tres dormiremos en la misma habitación, sólo hay dos camas. Ellas compartirán una. Aníbal entra desnudo y coge del armario una toalla, se va. Erika se quita el pantalón y lo deja caer al suelo, se mete entre las sábanas y se abraza de Rosenda, tenían sueño aparentemente. Yo, me siento frente a ellas, desnuda abro mis piernas y comienzo a acariciarme. Rosenda un poco celosa, comienza por besar a Erika y bueno, luego te digo el final…
Ayer me escurrí, fue un largo largo orgasmo, llegué con Sara, me abracé a ella y dejé que tocara mis pechos, mientras los suyos los frotaba en mi espalda, luego bajó su mano hasta mi desbordamiento. Sus dedos menudos exploraron mis labios y el viaje comenzó cuando se tragó toda la miel embarrada por mis nalgas, luego dijo con su lengua, “aquí está tu lunar”, succionó la gruta de mis sensaciones. Qué delicia nadar en pelotas.
Sara primero se hizo la difícil, después de que tronara con el Sancho, se refugió en mis brazos, no comprendía por qué me buscaba, hace tiempo que no la veía. Una tarde de noviembre de hace diez años, rompimos la regularidad con que nos visitábamos y esto fue porque se ofendió cuando por fin mi lengua se soltó y su cuello se vio invadido de besos. Esa vez, ella tan menuda no sé de dónde sacó fuerzas y me empujó indignada, volteó a verme con el ceño fruncido, su labio superior tembló al decirme lo sorprendida que estaba por mi actitud, su mejor amiga, ¿ahora resultaba que era bisexual? La vi temblar, la abracé y nuestros cuerpos se sintieron, ese día se fue. Cuando regresó, se dio lo que se tenía que dar... desde hace tanto.
En fin, pero ya dejemos la charla y trae el dildo con ardillita.