lunes, 20 de enero de 2020

R E S E Ñ A : Magia y Modernidad



Revista Dimensión Antropológica
Año 22, volumen 63, enero-abril, 2015. 
Instituto Nacional de Antropología e Historia.
ISSN 1405-776X

La  magia  de  la  vida,
la vida de la magia.



La magia: un camino de saberes con los que intentaron o intentan explicar algo en cada contexto; aun en la vida cotidiana del siglo XXI. La magia ante los miedos y lo que generan éstos: nervios, angustias, frío, calor y un variopinto de pequeñas reacciones en cadena que el cuerpo sufre, logra cierta o una total eficacia, en esa dialéctica entre quienes la practican y se alivian. El contexto del siglo XX, el que nos tocó nacer, vivir, experimentar, transitar y sufrir hacia el XXI está marcado por la socialización de las tecnologías de comunicación, de su uso de un gran porcentaje de la población en México, y donde la violencia, en todas sus expresiones se instauro con mayor fuerza.

    Aquí estas reflexiones sobre las aportaciones del dossier temático Modernidad y magia se justifican por lo que se vive en el siglo de las tecnologías avanzadas de comunicación, y de otras que suponen la versión “superior de la humanidad”.

  ¿Quién tiene la magia?


La modernidad que comenzó a cristalizarse en el siglo XVI, supuso la desaparición paulatina de la magia: ese conjunto de prácticas y de creencias, de lenguajes y necesidades que explicaron alguna vez la propia existencia. Aún en el siglo XXI ésta responde a una serie de preguntas que las personas se plantean, de manera individual o colectiva. La magia forma parte de la historia de la humanidad que está transformándose, instalándose, reformulándose de acuerdo a los contextos, a las situaciones que le insuflan vitalidad y la renuevan, que forman parte de lo que Fernand Braudel llamó “marcos mentales de larga duración”[1]. Pero ¿qué creencias y qué prácticas sobreviven en nuestros tiempos? ¿Qué es lo eficaz y activo de la magia en nuestro presente? ¿Cuándo es necesario usar la magia? ¿Cuáles son las problemáticas por los que acuden a la magia: ¿daños, envidia, desamor, celos, pobreza, miedos, odios, enfermedades, amor, suerte, carisma, deseo de poder?
            A través del volumen 63 de la revista Dimensión Antropológica: Anne J. Warren (coordinadora del dossier), Antonio Machuca, Zenia Yébenes, Laura Herlihy y Raymundo Mier promueven una “cómoda conversación”, entre quienes han estudiado la magia desde aristas que implican la brujería, el shamanismo, el curanderismo, la psiquiatría y otras prácticas que han respondido según las necesidades de las personas. La conversación continúa en torno a la magia y el pensamiento mágico, y todo lo complejo que implica para algunas sociedades, comunidades o personas en sus propios contextos lo que se concibe como modernidad. El desarrollo de la magia en diferentes contextos sociales, temporales habla de esa elasticidad en el tiempo, cuya utilidad da continuidad a un sistema de creencias.
Modernidad y magia, quizá, para las futuras generaciones sean también dos temas centrales para curarse, para entenderse, para explicarse en el mundo en que habitan o para cumplir sórdidos deseos que se mascullan entre dientes. Magia, religión y modernidad−ciencia: son hilos que evidencian las continuidades de muy larga duración y de una falsa idea de progreso que solo define la invención y control de las tecnologías y no del cambio de las mentalidades, del imaginario social que se representa a través de prácticas, rituales, mitos y otros medios de transmisión visual, oral, escrita, gestual, aun cuando hoy nos digamos “modernos” distanciados de lo supuestamente “primitivo”.
Generaciones pasadas y presentes reproducen y ocupan esos conocimientos que se entretejieron: prácticas, mecanismos, leyes, reglas, prohibiciones, creencias, ritos; conocimientos diluidos en las culturas, a veces espesos como la pintura a punto de secarse, a veces frágiles ante el pensamiento crítico, diverso, amorfo, pero aún útil para la diversidad de sociedades y personas; conocimientos utilizados para definir o distanciarse de la religión, o para legitimar la ciencia frente a la religión.
Las aportaciones que se publican en el volumen 63 de la revista Dimensión Antropológica[2] son temas que mueven a las generaciones de estos días, de estos años, de generaciones de diferentes edades que viven y han crecido juntas. Por los contextos del siglo XXI, por el tránsito cultural, tecnológico, social, político que significó para muchos de las generaciones nacidas en el XX. Por lo anterior resulta interesante la compilación de investigaciones, preguntas y respuestas que se publican en este número.
 Este dossier temático, me parece, gira en torno a dos preguntas: ¿por qué hasta nuestros días el sistema mágico-religioso persiste? Y ¿de qué manera la magia ha funcionado en un mundo globalizado, tecnologizado, civilizado? ¿La persistencia en el uso de los saberes mágicos, religiosos y científicos depende de las preguntas y conflictos que experimentan las personas?
El dossier lo integran cinco artículos, una aportación fotográfica en la sección de cristal bruñido y tres reseñas. Para concentrarnos en las colaboraciones que dan forma a este dossier de magia y modernidad inicio recomendando “La fotografía: tiempo de fantasmas”.

La foto al aire libre: “pajarito, pajarito”

La colaboración de Juan Manuel Aurrecoechea, “La fotografía: tiempo de fantasmas”, que a diferencia de las primeras aportaciones publicadas en la sección de Cristal Bruñido, el autor analiza una fotografía. Llama la atención ya que desde el volumen 40 hasta el 75 han sido selecciones de entre 15 y 20 fotografías históricas, y con Juan Manuel nos vemos provocados a recordar fotografías propias, que quizá habíamos olvidado, a través de una foto familiar: una propia, entre las muchas guardadas en los albúmenes familiares. Las fotografías de las y los personajes, de los paisajes, de las calles y los barrios tienen su valor dado por quien vive el recuerdo: las fotografías son un microrrelato o una serie de microrrelatos que le provocan al que mira. ¿Cuántos microrrelatos podrían crearse alrededor de una sola fotografía? ¿Qué detalle nos atrapará para inferir lo que pudo haber pasado en el momento de la toma fotográfica? Con el aumento del uso de celulares, los recuerdos están en el riesgo de perderse; ya no imprimimos los atisbos de la memoria, en positivo quizá. Sin que se tenga que acudir a los archivos o las bibliotecas, mirar esos fragmentos del pasado en la sección Cristal Bruñido nos ofrece la posibilidad de un acercamiento al objeto del deseo, de la añoranza, del recuerdo espontaneo y del homenaje a quienes están ausentes o quienes estuvieron de paso.
El escenario creado fuera de los estudios fotográficos, al aire libre, fue parte de los cambios que se vieron en el siglo XX. En el uso de una tecnología que no estaba en las manos de la mayoría fue la profesión de unos cuantos, aquellos que podían invertir en los estudios de foto, en las primeras cámaras y todo aquello que implicó la fotografía. La mirada de Gustavo Amézaga nos permitió fijarnos en detalles de la fotografía que analiza Juan Manuel Aurrecochea, los cuales quizá habrían pasado desapercibidos: los telones de fondo. Como paseo virtual de los estudios del siglo XIX, un referente es Gustavo Amézaga[3], cuyas investigaciones nos permiten cuestionarnos sobre la utilidad de los fondos pintados al óleo en espacios cerrados y luego el uso de telones pintados al aire libre.
Ahora, frente a la cámara están determinados por la usabilidad de las digitales integradas a los celulares no sólo por la socialización de las tecnologías, también por la percepción que las personas tienen de sí mismas a partir del contexto cultural en el que se encuentren. De la magia a la tecnología, en el proceso de la apropiación de las tecnologías, en su uso, por ejemplo, la infancia ya no descubre, ya no inventa, creen algunos. Lo que dice Levin[4] al respecto es que ya no tienen experiencias corporales-espaciales-temporales. Entonces la pregunta es ¿cómo las actuales generaciones explican sus percepciones del mundo, de lo externo?, ¿cómo responden ante esas percepciones?
Se supuso que el desencantamiento se produciría a través de la educación, sin embargo, para el sector que se inscribe en los límites de lo normal no se logró. En mi lectura Antonio Machuca se pregunta por qué reaparece o se usa, o se reutiliza en contextos donde se supondría que la ciencia se ha instalado[5].  Mientras que no se conocía la naturaleza, la magia fue la respuesta ante el miedo, ante el hambre, la competencia y la violencia que pudo generarse por el frío, por el calor o por la oscuridad. En este sentido la magia y las tecnologías estaban separadas, según las investigaciones de Rodrigo Díaz Cruz, donde la primera pretendía aumentar la eficacia de la segunda[6]. La función de la magia era potenciar la eficacia del medio o el poder para cumplir con el deseo producido por el amor, el odio, el rencor, la generosidad, las emociones, por el poder, etcétera. La ciencia pretendía responder de otra manera, a diferencia como la magia contestaba ante ciertas situaciones. Así pues, debido a la socialización de las tecnologías, las respuestas determinantes de la ciencia han conducido a la humanidad a que pierda su capacidad de asombro, sus habilidades y competencias para crear y preguntar, ese es el rumor.
La magia, por sí misma no se explica, igual que la religión y la ciencia, ante los diferentes contextos pretenden responder a las preguntas y las incertidumbres que no tienen respuestas inmediatas a quiénes no les ha interesado explicarse, quiénes usan los medios sin pedir explicaciones o sin preguntar cómo funciona: estamos hablando de confianza. Las personas, las sociedades han revitalizado la magia, el “encantamiento” continúa en uso porque no todo se explica o porque de todo no se tienen certezas.
Desde la visión occidental algunas de las respuestas que generan las personas frente a diferentes situaciones de conflictos o necesidades vivenciales, a nivel individual y/o colectivo, han sido consideradas como “patologías”: la superstición o las prácticas mágicas son marcadores limítrofes de binarismos como normal - anormal, sano-enfermo, racional-irracional, patológico o no, herético. En este sentido Raymundo Mier en su aportación “Ritualidades mágicas: relevancia pragmática y liminaridad” expone la condena intransigente con que se mira a quien participa o hace uso de la magia, esto ha sido porque la ciencia y la religión se ubican del lado de lo “normal”, en esto coinciden Zenia Yébenes y Raymundo Mier. He ahí las evidencias de los siglos XVII, XVIII y XIX donde se buscó erradicar la superstición, el uso de plantas medicinales, el uso de rituales que confrontaban al pensamiento científico con los conocimientos que se generaban en las comunidades, conocimientos englobados en torno a la magia. Aunque del lado de quienes se rigen de la magia, también existe esa intolerancia hacia quienes no pertenecen o asumen la magia: entonces, ¿cuáles son los efectos de no creer o de pensar diferente?
Las reflexiones antes mencionadas me recordaron a Bernardo B. Zimerman[7]  y su novela La risa, leamos el siguiente párrafo:

“En este poblado, cercano a la periferia de la gran ciudad, quien no cree en la brujería es visto como un rebelde necio, porque rechaza algo que todos aquí admiten como verdadero. Algunas veces útil y necesario y otras perjudicial y temido. Quien desprecia los poderes de los brujos es tildado de tonto y sin defensa alguna contra sus enemigos, abiertos y ocultos. Casos tremendos, lo mismos que sucesos afortunados, debidos a la magia de los hechiceros pasan de boca en boca. Casi nadie se atreve a pensar diferente de como lo hacen todos los vecinos de este lugar”. La risa, p. 7.

Lévi Strauss en 1956 se preguntó[8] ¿qué pasa cuando no se logra o no se cumple con el objetivo al hacer uso de la magia, desde la amplitud del concepto?  Cuando lo normalizado, llámese magia, ciencia o religión, se fractura o es cuestionado, el impacto en las relaciones personales se evidencia en las respuestas.
La aportación de Anne Warren Jhonson muestra cómo en el contexto de Guerrero donde realizó su investigación, son los hombres quienes tienen un papel protagónico en el uso de la magia, y donde la intervención de las mujeres causa cierta tensión. Desde la perspectiva de género, los roles asignados históricamente se imponen normativas a través del ritual, de una festividad, de la repetición y de la naturalización de los binarismos que impiden la participación de las mujeres en espacios considerados exclusivos de los hombres. Aunque su objetivo de Anne es otro, o por lo menos no lo profundiza en su investigación, la descripción de las prácticas mágicas nos permite ver la exclusión de las mujeres en estos espacios donde el ritual y lo sagrado interactúan. Es decir, la normativa del ritual naturaliza la exclusión de las mujeres y la defensa de los hombres por el ritual ¿“masculino”? En el que los jóvenes de Teloloapan, que según referencias dadas por Anne, participan del performance con el propósito de demostrar su masculinidad y su juventud.
En su investigación “Máscaras, memoria histórica y magia del Estado”, Anne visibiliza el testimonio de los artesanos que explican cómo surgió el uso de las máscaras y cómo su transformación se logró mediante la reproducción de la memoria mediante la transmisión del discurso visual de generación en generación. Las fotografías que nos comparte podemos observar en cada uno los detalles la idea de una lucha por la independencia, de la idea de la Historia oficial. Al respecto, la conferencia de Gilhem Olivier nos permite comprender por qué, según cuentan los artesanos que entrevista Anne, los insurgentes propagaron que Teloloapan estaba “lleno de diablos y espíritus infernales” (p.77)[9]. Efecto del miedo: la huida de los realistas ante la presencia de los “diablos de Telolopan” se produce ante la predisposición cultural de los españoles ante las imágenes difundidas. De aquel momento, según la narración de los artesanos, queda instituida la importancia de las máscaras en Teloloapan hasta nuestros días, la continuidad que observa Anne J. Warren es el uso del temor que buscan infundir, a través de la incorporación de diablos, monstruos y la muerte en la hechura de las máscaras. Apropiación y autenticidad de una cultura para promover el reconocimiento de una identidad forjada por una leyenda, un mito o un cuento local, autenticidad de lo original y apropiación de una historia oficial.
Así, también podemos acercarnos desde la perspectiva de género al trabajo de Laura Herlihy “Magia amorosa, autonomía política y posmodernidad”, a través del cual evidencia cómo son las mujeres las que tienen o buscan tener un papel relevante en el uso de la magia “amorosa” e intervención en la política. Para ellas el uso de la magia es una alternativa económica y un recurso que provee de seguridad, tranquilidad, certidumbre antes las relaciones de pareja y la vulnerabilidad económica. Para el caso que expone Laura nos provoca pensar en las percepciones que tienen las personas en el uso de la magia amorosa, construidas a partir de estereotipos y roles de género asignados a hombres y mujeres, es decir, en este sentido ¿cómo se explican las personas que los hombres salgan de los roles de género? La respuesta que dan es que “están embrujados”. Estar embrujados evita asumir que los cambios tienen que ver con el cambio de los patrones culturales imperantes.
Los ritos, los mitos, el lenguaje, entre otras prácticas que constituyen la magia establecen conductas sociales, roles de género, percepciones del medio que determinan las acciones de las personas.[10] La enfermedad, la infidelidad, la incertidumbre, la pobreza, la discriminación, los celos, la violencia, al mismo tiempo son el límite de lo habitual y al mismo tiempo de lo cotidiano, ¿cómo afrontan las personas las situaciones límite? La magia, la religión y la ciencia pueden ser la respuesta de esas situaciones límite: el pensamiento religioso, mágico, científico y el crítico que da paso a la selección entre uno u otro, aquel que le explique lo que siente, lo que vive, lo que cuestiona. Las sociedades a las que están inscritas las personas les provee de recursos socio-culturales para afrontarlos de tal manera que el impacto no obstruya su desarrollo u obstaculice la construcción de su bienestar[11].
Ante los cambios que se están viviendo en el siglo XXI, la carencia o ausencia de habilidades para el manejo del sufrimiento, causado por los “problemas que se presentan en la vida” es lo que nos puede provocar pensar en la ineficacia o la eficacia de la magia, la ciencia y la religión.

Toda nuestra ciencia, comparada con la realidad, es primitiva e infantil... y sin embargo es lo más preciado que tenemos. ALBERT EINSTEIN (1879-1955)

Las creencias mágicas, religiosas o científicas, las veo como útiles inhibidores sociales o útiles respuestas ante lo que Zenia Yébenes nombra como patologías o síntomas de la esquizofrenia, en su colaboración “La razón moderna, la razón hechizada. Psicopatología de la superstición en el orden contemporáneo”. En parte porque a través de los lenguajes del pensamiento mágico las personas se explican así mismas, de esta manera mientras no exista otras maneras el pensamiento mágico es un mecanismo de defensa ante la incertidumbre. En un contexto donde la modernidad ha separado las creencias “legitimadas” por disciplinas como la medicina, la psicología, las conductas relacionadas con ésta son consideradas como predictores de la esquizofrenia[12], sin embargo, habría que considerar que para quienes confían en la magia no hay nada de “fantástico, ni falso, ni primitivo”, es real y a histórico, una magia que vive y se vive.
La investigación de Zenia provoca varias preguntas, una es: ¿Qué fuentes nos podrían decir acerca del aumento o no de la esquizofrenia, en uno y otro contexto, el rural, el urbano, el semi-rural? Antes de comenzar a leer la aportación de Zenia Yébenes sugiero iniciar con Enfermedad mental y personalidad de Michel Foucault[13].

La continuidad de la magia

Las sociedades han practicado e interiorizado la magia a lo largo de sus historias, los conocimientos se reproducen. La manera en que sus pacientes se explican la experiencia de la esquizofrenia nada tiene que ver con la medicina que creó el lenguaje, no es obligatorio que quienes lo experimentan tengan que explicarlo con definiciones y categorías inventadas por la psicología o la psiquiatría, finalmente no son ni psicólogos ni psiquiatras. Así en las comunidades urbanas o rurales, ante la incertidumbre la magia se piensa como una de las tantas maneras de afrontar los conflictos políticos, económicos, sociales, culturales y psicológicos, sus mecanismos se usan para lograr contener también la violencia.
Por ejemplo Fabiola Y. Chávez[14] piensa que “el latente temor de un castigo actúa como catalizador y transforma el probable evento natural en un evento sobrenatural”.  El descontrol de las emociones, de los sentidos, les lleva a las personas a vivir la incertidumbre, a vivir experiencias que les angustia, que les asusta, que les duele, que no pueden definir o es así que lo significan para evitar menos angustia, y ¿cuándo no funciona ni la magia, ni la religión o la ciencia? A través de su investigación Fabiola Y. Chávez muestra como las consecuencias “patológicas” se agravan según la propensión de las personas para creer o no, creencias en los referentes culturales que la producen, que la explican o que la curan. Aunque la colaboración de Fabiola no forma parte del dossier, entre otras investigaciones que cito en esta reseña, su aportación contribuye a reflexionar en una de las aristas de la magia.


La magia como resiliencia[15] ante el mundo

La resiliencia es un concepto que recién se nombra con asiduidad, sin embargo la construcción de éste ha dependido de las aportaciones individuales y de los colectivos por generaciones y entre generaciones, así constituida por creencias comunales, pautas culturales, creencias sobre sí mismas o de sí mismas.  Los contextos donde nace, vive y muere la humanidad son cambiantes, las dinámicas de estos cambios requieren de las acciones humanas, depende de qué tanto se aferren a los parámetros culturales que dan continuidad a ciertas “certidumbres”, que requieren algunas personas para sobrevivir al mundo.  ¿Cómo describiríamos el contexto mundial por la que atraviesa la humanidad?
En cuanto a la magia y a su uso, la pregunta de Armando U. Cerón[16] resulta pertinente, “¿Por qué hay diversas maneras de enfrentar las mismas condiciones a las que socialmente se está expuesto? En el uso de la magia nos encontramos a quienes creen y a quienes ostentan del poder de lo mágico. Una vez acostumbradas las personas a la ciencia, a la religión y a la magia no se pregunta por las causas y los efectos, no se cuestionan el origen, solo buscan los beneficios; practican los rituales y lo que conlleva la magia, la ciencia y la religión sin preguntarse quién los inventó y de cómo se constituyeron en sistemas de ideas, conocimientos y explicaciones. Se usan, se utilizan de acuerdo a sus necesidades porque tienen efectos “positivos o negativos” según lo que observaron, porque además las prácticas mágicas dan respuesta a los conflictos y a las tensiones.
Con el surgimiento de la ciencia también surge la automedicación, y la afirmación de que la tierra no es cuadrada. La ciencia, la religión y la magia crearon certidumbres, verdades, afirmaciones que le dieron sentido a la vida humana, en la salud y en la enfermedad, en la construcción de relaciones personales; pero que también crearon normatividades valoradas y discriminadas que han negado los derechos a ser diferente; y que tampoco provocan la sorpresa.
Las transiciones que implica la migración, la muerte cercana de un pariente o un familiar, de pasar del trabajo en el campo a la industria, se enfrentan o se explican de acuerdo a los recursos culturales que se tengan a la mano; en las personas está lo mágico, lo religioso y lo científico–lo moderno; cada una provee de herramientas culturales para significar las distintas situaciones que viven. Por ejemplo Paul Hersch y Raúl García Contreras[17] muestran cómo entre los jóvenes de las comunidades Na savi de Guerrero la brujería se ha convertido en un bien de prestigio y como una actividad remunerada, con el cual adquieren ciertas capacidades para gestionar los conflictos comunitarios; otro ejemplo de uso de la brujería para gestionar la violencia, por ejemplo léase la investigación de Mónica Marín, Prostitución y religión: el Kumbala bar y el culto a San Simón en un lugar llamado Macondo de la frontera, México-Guatemala[18].

Componentes heterogéneos: entre magia, religión y ciencia

Investigaciones recientes han reflexionado en torno a la definición de la resiliencia, un término cuyos orígenes se remontan a la existencia misma de la humanidad, y que conjunta una serie de componentes que emanan de las fuerzas internas y las externas, éstas últimas construidas y utilizadas de acuerdo a las condiciones o situaciones en que se encuentren las personas. Un concepto discutido, historizado, y que define la totalidad de las personas, del cuerpo humano, de la vida humana. Por ejemplo, las curaciones que se emplean para evitar o expulsar las enfermedades o síndromes culturales[19], que son los saberes y mecanismos accionados para lograr un fin. Y en los contextos de conflictos comunitarios el pensamiento mágico, la magia, se recrean también como actividades de contención ante la violencia, el desamor, la escasez de empleo, y como mecanismos en sí de defensa ante lo inexplicable.
Las enfermedades físico-mentales que experimentan las personas se curan o se padecen según el contexto en que se encuentran. Por ejemplo, Eliana Acosta[20] encontró entre los nahuas de Pahuatlán, Puebla, que la conformación de la persona, el estado salud y el de enfermedad tienen que ver con las relaciones sociales que las personas establecen en la familia, en la comunidad y con entidades sobrenaturales. Cuenta que en las personas se constituye dos tipos de fuerzas, una que está desde que la persona nace, y otra que se construye gracias a las relaciones personales que establecen a lo largo de sus vidas, “fuerza de acción”, con ambas puede afrontar las distintas situaciones, ¿casos de resiliencia individual y colectiva?
La magia es usada, actualmente, por estudiantes, políticos para mantenerse en algún cargo, las mujeres y los hombres sin empleo, sin afectos, con problemas emocionales, en fin, la magia conjunta saberes para vivir el dolor, los deseos, las envidias y lo que nos hace humanos, ¿demasiado humanos…? Se ha producido abundantes investigaciones que dan cuenta del uso de la magia, en las citas encontrarán algunos ejemplos de lo antes mencionado, y particularmente en este dossier las colaboraciones aportan un buen listado de referencias bibliográficas al respecto.
Para cerrar invitó a leer las reseñas que, aunque rompen con la temática central del volumen, cada una son una invitación a conocer las aportaciones bibliográficas publicadas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Finalmente, ahora sí, cabe decir que la portada del volumen 63 se ilustra con la fotografía de una de las figuras de Fernando Botero, pintor y escultor colombiano, una de entre las cinco esculturas monumentales que se expusieron en la explanada del Palacio de Bellas Artes de México en marzo del 2012[21]. El autor es Benigno Casas.

Norma Páez
Instituto Interdisciplinario de Estudios
Aplicados Lou Andreas Salomé, A.C.
20 de enero, 2020.






[1] Ma. Rosa Palazón M., “¿Qué es la magia? Un análisis filológico y filosófico”, en Anales de Antropología, México, Instituto de Investigaciones Antropológicas, vol. XXXII, 1995, pp. 257-265. Disponible en: http://www.revistas.unam.mx/index.php/antropologia/article/viewFile/351/335
[2] Revista Dimensión Antropológica, vol. 63, Año 22, enero-abril, 2015. Disponible en: http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?cat=2551
[3] Gustavo Amézaga Heiras, “Las apariencias engañan. Los fondos en los estudios fotográficos en el siglo XIX”, en Alquimia 55, 2017, pp. 6-23. Disponible en: https://revistas.inah.gob.mx/index.php/alquimia/article/view/10543
[4] Mederick Andrade, “¿Tecnología lúdica? Entre la imagen digital y el juego”, en aion.mx, 6 de julio de 2015. Disponible en: http://aion.mx/reportaje/tecnologia-ludica-entre-la-imagen-digital-y-el-juego ; Beatriz Ramírez Grajeda, et al, “Subjetividad y socialización en la era digital”, en Argumentos, vol. 27, núm. 76, septiembre-diciembre, México, UAM-X, 2014, pp. 171-189. Disponible en:  http://www.redalyc.org/pdf/595/59537777009.pdf
[5] Juan Francisco Caldera Montes, et al, “Pensamiento mágico en estudiantes. Estudio comparado entre niveles educativos”, Revista Iberoamericana para la investigación y el desarrollo educativo, México, vol. 8, julio-diciembre 2017.
[6] Rodrigo Díaz Cruz, “Ritos mágicos, carabelas, computadoras personales: antropología y tecnología”, en Nueva Antropología, 1995, XIV (marzo) : [Fecha de consulta: 13 de julio de 2016] Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=15904703 
[7] Bernardo B. Zimerman, La risa, México, Editores asociados mexicanos, 1979, 128p.
[8] Elizabeth Araiza Hernández, “Presentación: Actualidad del viejo debate sobre el ritual: un texto inédito de y en torno a Claude Lévi Strauss”, en Relaciones 121, Invierno 2010, Vol. XXXI, p. 138-172. Disponible en: http://www.revistarelaciones.com/files/revistas/121/pdf/07documento.pdf
[9] Véase “El mundo maravilloso y mágico de los conquistadores”, conferencia impartida por el historiador Gilhem Olivier, en el Centro de Estudios de Historia de México. Fundación Carlos Slim, el 8 de abril del 2019. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=BkQgI64Pu_o
[10] Danièle Dehovue nos proporciona información de cómo los tlapanecos establecen y reproducen conductas que deben evitar las personas con algún tipo de cargo público: los actos violentos, pleitos, golpes, ofensas, amenazas. Estas prácticas mágicas norman las conductas, establecen patrones que funcionan o tienen cierta eficacia para evitar prácticas contrarias al bienestar de la comunidad. Consúltese en Dimensión Antropológica, Año 19, vol. 56, septiembre-diciembre, 2012, pp. 67-97. Disponible en. http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=8248 ; “El lenguaje ritual de los mexicas: hacia un método de análisis”, disponible en: http://danieledehouve.com/images/articles/dehouve-El_lenguaje_ritual_mexicas.pdf
[11]El arte de vivir. Manual clásico de la virtud, la felicidad y la efectividad, de Epitecto. Reinterpretación de Hernan Pisano. Disponible en: https://grandeseducadores.files.wordpress.com/2015/09/epicteto-el-arte-de-vivir.pdf
[12] Léase en Juan Francisco Caldera Montes, et al, “Pensamiento mágico en estudiantes. Estudio comparado entre niveles educativos”, Revista Iberoamericana para la investigación y el desarrollo educativo, México, vol. 8, julio-diciembre 2017, p. 4.
[13] Michel Foucault, Enfermedad mental y personalidad, Argentina, Buenos Aires, Ed. Paidós, 1984.
[14] Léase “Envidia, mal de ojo y paura en los Apeninos centrales (Leonessa, Italia)”, en Dimensión Antropológica, Año 16, vol. 47, septiembre-diciembre, 2009, pp. 63-102. Disponible en: http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=4032
[15] Michel Manciaux (comp.), La resiliencia: resistir y rehacerse, Gedisa Editorial, 2010.
[16] Armando Ulises Cerón Martínez, “Habitus y capitales: ¿disposiciones o dispositivos sociales? Notas teórico-metodológicas para la investigación social”, en Revista Latinoamericana de Metodología de la Investigación Social, No. 4, Año2, Octubre 2012, marzo 2013, Argentina, pp. 68-82. Disponible en: http://relmis.com.ar/ojs/index.php/relmis/article/view/53
[17] Véase trasmisión: Paul Hersch Martínez y Raúl García Contreras, “Brujería y daño a la salud. Un análisis desde sus múltiples dimensiones en dos comunidades Na savi de Guerrero”, en X Jornada de Antropología Médica, 17 de octubre de 2019. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=5zfPkDFr9gQ&t=1719s
[18] Blanca Mónica Marín Valadez, Prostitución y religión: el Kumbala bar y el culto a San Simón en un lugar llamado Macondo de la frontera, México-Guatemala, Tesis de maestría en Antropología Social, CIESAS-Sureste, San Cristobal de las Casas, Chiapas, diciembre de 2014. Disponible en: http://repositorio.ciesas.edu.mx/bitstream/handle/123456789/307/M640.pdf?sequence=1&isAllowed=y
[19] “Envida, mal de ojo y paura en los Apeninos centrales (Leonessa, Italia)”, en Dimensión Antropológica, Año 16, vol. 47, septiembre-diciembre, 2009. Disponible en: http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=4032
[20] Léase en “La relación del itonal con el Chikawalistli en la constitución y deterioro del cuerpo entre los nahuas de Pahuatlán, Puebla”, en Dimensión Antropológica, Año 20, vol. 58, mayo-agosto, 2013, pp. 118. Disponible en:  http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=10063
[21] “Una fiesta con Botero en México”, 30 de marzo de 2012. Disponible en: https://laopinion.com/2012/03/30/una-fiesta-con-botero-en-mexico/