martes, 3 de octubre de 2017

ANDAR ERRANTE


Después del temblor

La crisis del país se acentúo con lo que ahora han experimentado las personas de diferentes edades. Por las evacuaciones forzadas ante los desastres producidos por los temblores recientes, muchos han tenido que abandonar lo poco o casi nada que quedó de su patrimonio: apenas un departamento que guardaba actas de nacimiento, libros, muebles, alimentos, camas, cobijas, trastes, aquello que le daba la calidez a sus hogares. Se instalaron áreas de refugio para personas y animales que se perdieron de los brazos de sus familias.
La solidaridad de los jóvenes, mujeres y hombres, que se unieron en brigadas de rescate han roto con la visión adultocéntrica que les criticaba como seres inertes, apáticos, sin embargo, sus acciones han demostrado que la sociedad que les precedió algo les dejó. Amor y solidaridad es lo que en las calles se aglomeraron. A pesar del panorama que está dibujado ante nuestros ojos, como parte de las generaciones que se entrecruzan, que interactúan, no nos da para pensar en lo que nos impide unirnos y tomar decisiones que nos favorezcan, decisiones que promuevan el bienestar para todas las personas.
¿Qué viene, qué procede?, son de las preguntas que asaltan después de abandonar sus lugares de trabajo, sus casas y a sus familias. ¿Por cuánto tiempo se les dará alojamiento en las casas que abrieron sus puertas a las personas que quedaron a la intemperie? Los jóvenes que no vivieron el terremoto del 85 o las consecuencias de éste, no podían comprender lo que les tocó vivir a las generaciones que les dio vida. De hoy en adelante estará instaurada entre sus recuerdos y en el total de su memoria lo que vivimos el pasado 7 y 19 de septiembre, el primero de 8.2 grados, el segundo de 7.1; este último más dañino, aunque no como en el del 85 dicen muchos testimonios; así lo cuentan las generaciones que vieron las pilas de las personas muertas, en proceso de descomposición. Los olores que se expandía prevenían otra catástrofe.
En los pasillos, en las calles, en el metro, en todas partes cada uno narra cómo logró salvarse, qué hizo y en cuánto tiempo salió de las instalaciones donde se encontraban. Las narraciones recuerdan el horror de no poder abrir las puertas. Los muertos se salvaron de morir de un infarto, del miedo que aterrorizó los segundos, de las muertes de sus familiares, de las desapariciones ficticias con que los medios de comunicación jugaron para beneficio propio. La sociedad está indignada, está de luto y está solidarizada.
¿Qué nos deja las experiencias que hemos vivido en este último mes? ¿Qué aprendimos? Apenas en algunos lugares se reforzarán las columnas, en otros se implementarán protocolos de evacuación y refugio. Se colocarán extinguidores y reconoceremos los posibles lugares que nos den la oportunidad de salvarnos. Morir o vivir. Estuvimos en medio de las trabes, abrazados de las columnas, momentos en los que unos sintieron que la muerte había llegado por ellos.
Hay que celebrar los que estamos vivos, hay que rendir homenaje a quienes murieron y no encontramos. Rendir homenaje a quienes trabajaron día y noche por ayudar y salvar a más personas.
¿Qué aprendimos? ¿Es el momento de hablar del proceso electoral del 2018? Pue sí, es el momento. ¿Qué partido tomará el poder?
En los últimos días hemos visto el desempeño de los partidos políticos, de los gobiernos en turno, ¿qué hicieron?, ¿lo hicieron bien?, ¿soltaron los recursos que se requirieron para afrontar los desastres causados por los temblores recientes o por los que vendrán? Nos queda por evaluar sus acciones y si éstas fueron efectivas. ¿Por qué? Porque hay que pensar sobre lo que nos depara el futuro, si es que podemos hablar de futuro. Vivimos en una zona sísmica, y hay que acostumbrarnos y hay que aprender a sobrevivir y hay que vigilar que se ejecuten los recursos destinados para enfrentar los desastres.

Vivir o morir

La muerte nos alcanza a todos, aun así, esperamos que la muerte no nos alcance y que podamos sobrevivir aplicando estrategias reales a nuestras condiciones. ¿Cuáles son esas condiciones? Al salir de los edificios habitacionales, miras alrededor y no hay un lugar seguro. Las calles están atestadas de monumentos, faros, postes de luz, de muros frágiles dañados por el sismo o resquebrajados por la calidad de los materiales utilizados. No hay un lugar para resguardarse después del sismo. En casa, los edificios de las unidades habitacionales están juntas, a penas separadas por algunos centímetros, los reglamentarios, pero no los necesarios para poder evitar que un edificio afecte al que está al lado. 
Así no escuchamos. En el camino se cuentan historias de esas personas muertas por el derrumbe de sus casas. Lorna Martínez Skossowska dejó su patrimonio cultural, libros. Donación para el mundo, para México que murió junto con ella, una y otra vez, cada que rescataron los cuerpos muertos, y vivieron como un milagro los cuerpos vivos también. De luto la comunidad recibió el patrimonio cultural: entre escombros se rescataron libros, letras impresas, palabras contadas, una memoria callada esperó hasta el rescate de su lectora. Lorna fue encontrada el 21 de septiembre, se declaró en los medios de comunicación.

2017-1985. 19 de septiembre

El patrimonio cultural tangible también está afectado. Sitios reconocidos como patrimonio cultural se desplomaron ante los ojos de quienes los apreciaban. Los arcos de las iglesias, las cúpulas desplomadas ya no contarán su historia por sí mismas. El mundo cambia a pesar nuestro, la fragilidad de la humanidad frente a la naturaleza es evidente ¿lo ven, ven esa fragilidad?

29 de septiembre de 2017
Norma Patricia
npaezgalicia@yahoo.com.mx